6/4/2018 ¿QUÉ ESTÁ FALLANDO?Por Patricia Montenegro de Ibáñez “Dichosa la nación cuyo Dios es el SEÑOR”.Salmo 33:12 Hace unas semanas todos vimos horrorizados las imágenes de una joven mujer a la que un desadaptado prendió fuego en un transporte público, simplemente porque ella no aceptó salir con él. Las quemaduras que le produjo cubrían más del 60% de su cuerpo, tuvieron que inducirla en un coma para tratar sus heridas debido a la magnitud de estas. Sin embargo, después de unas semanas ella despertó y todos le augurábamos lo mejor; que saliese victoriosa de la situación tan terrible que le tocaba enfrentar. Pero esta semana nos enteramos que su cuerpo no resistió más las consecuencias de tan execrable ataque y murió. Éste no es un caso aislado, ya que a diario escuchamos en las noticias locales de otros feminicidos, parricidios, violaciones, robos, asesinatos, etc. Entonces nos preguntamos ¿qué está fallando? Se habla de vacíos legales y salud mental, de soluciones drásticas como la pena de muerte, cadena perpetua o castración química; es que todos queremos sentirnos seguros, saber que hay justicia y que los culpables pagan por sus crímenes. Pero ¿acaso estas soluciones drásticas evitarán que estos hechos ocurran? Jesús nos enseñó una gran verdad
Marcos 7:21-22 Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje,la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Los problemas que enfrentamos como sociedad son problemas que nacen en el corazón del hombre. Debemos entender y aceptar que un corazón sucio, enfermo, dañado y apartado de Dios es el causante de todos estos hechos lamentables. Ahora bien, esta verdad no anula la conciencia ni justifica la maldad, pero si nos da luces de lo que tiene que cambiar en nuestra sociedad. Le hemos dado la espalda a Dios para vivir nuestras verdades relativas, defendiendo nuestro derecho por la vida, sin que realmente nos importe el derecho de los más vulnerables, de aquellos que no tienen voz. Culpamos a Dios por tanta maldad, cuando la raíz de esta maldad es justamente vivir apartados de Su verdad. ¿Qué hacemos entonces? Salmo 33:12 Dichosa (bendita) la nación cuyo Dios es el Señor. El salmista entendió que Dios es el Dios que bendice, el Dios de los que le invocan y se vuelven a Él porque saben que únicamente en Él hay esperanza. Esperanza de vida y de transformación. No basta con enseñarles a nuestros niños a respetar el derecho de los demás, si no les enseñamos a respetar a Dios. Necesitamos volvernos a Dios como familias, como nación, acercarnos a Él y a Su palabra, no adherirnos a una religión sino comprometernos a desarrollar una relación con Aquel que nos creó. Necesitamos aceptar y entender que el único que cambia el corazón del hombre es Dios cuando lo buscamos de todo corazón y permitimos que ingrese a nuestras vidas y nos transforme. ¿Qué está fallando? Nosotros estamos fallando al alejarnos de Dios y Sus principios para vivir la vida como mejor nos parece, según nuestros criterios muchas veces empañados por el enojo, el resentimiento, la falta de perdón, la dureza de corazón y otros factores que no nos convierten en asesinos, pero que igualmente rompen nuestra comunión con Él. Nosotros fallamos al negarnos a vivir Su palabra para vivir acorde a los pensamientos de este mundo. Nosotros fallamos al no enseñarles a nuestros hijos que la Palabra de Dios es viva y eficaz, escudo y refugio para los que la obedecen. Les enseñamos de todo menos a amar y respetar a Aquel que los creó. Algo para pensar... en Reveracción. Comments are closed.
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